Crucero de Término
Los estudios históricos no suelen prestar suficiente atención a algunos elementos arquitectónicos menores, tales como calvarios, cruceros, hitos, humilladeros, mojones, peirones, picotas, rollos, viacrucis, etc., a pesar del continuo afán humano por ir levantándolos junto a azagaderos, cabañeras, cañadas, cordeles, encrucijadas, plazas, trochas, veredas, etc. La función más antigua de algunos de ellos fue la de referenciar los caminos que quedaban ocultos temporalmente bajo las nieves invernales.
La mayoría eran costeados por familias adineradas, aunque también los había de propiedad municipal, pero muchos de ellos han ido desapareciendo a lo largo de los años debido al abandono de sus promotores o de quienes debían mantenerlos. Unos han sido derribados por dificultar el moderno tráfico rodado o impedir actuaciones urbanísticas, otros por la dejadez de alcaldías, consejerías y ministerios de fomento, que destruían los que encontraban junto a los caminos en construcción, y algunos incluso por decreto legislativo, como se verá más adelante.
Cruceros de Término, Rollos y Picotas
Los cruceros de término son bastante comunes en la provincia de Huesca, las Cinco Villas y el Bajo Aragón, encontrándose también diversos ejemplares sueltos en algunas comarcas de Teruel y Zaragoza. Están compuestos por una base de planta cuadrada o circular con uno o varios escalones; un largo fuste de sección circular, cuadrada, hexagonal u octogonal que se eleva sobre un zócalo; y una cruz en el extremo superior que suele ir colocada sobre un capitel de iguales lados que el fuste y decorado con arquillos y figuras. Su situación habitual es el centro de la localidad o alguna de sus principales calles de entrada.
Los rollos y los cruceros de término sólo se levantan en lugares que cuentan con el título de villa, mostrando su capacidad jurisdiccional y penal así como la categoría administrativa del lugar, al indicar el régimen al que está sometido, bien de señorío real, concejil, eclesiástico o monástico. Algunos se levantan para conmemorar una concesión de villazgo, indicando claramente a vecinos y visitantes que pisan un municipio autónomo con ayuntamiento independiente, y avisando a posibles malhechores de que la población dispone de alcaldes o jueces propios con capacidad para juzgar delitos en primera instancia.
Los siglos XVI y XVII son los de mayor auge de estos monumentos, ya que la corona otorga numerosas concesiones de villazgo a los lugares que colaboran económicamente con los elevados gastos de la guerra. El monumento se levanta previa autorización real, una vez concedido el título de villa a la localidad o al ser establecida o modificada su jurisdicción si ya gozaba de él. Con este otorgamiento la corona hace merced a la villa de usar la jurisdicción civil y criminal, gozando de ". . . horca, rollo, picota, cuchillo, cárcel, cepo, azote, y otras insignias de jurisdicción . . ." y de la capacidad de elegir alcaldes ordinarios y de hermandad, jueces, alguaciles y otros oficiales.
Las temibles picotas, que ya existían en la época prerromana, podían levantarse en cualquier población, aunque no gozara de villazgo, dando a conocer su jurisdicción penal. Ya en el siglo XIII uno de los castigos más leves a los que se somete a los delincuentes es atarles desnudos en la picota, untarles la piel con miel y dejarlos al sol a la vista de todos para que las moscas le coman la carne. Por su carácter intimidatorio para las clases bajas, los delincuentes con faltas menores, pequeños hurtos, alteración de pesos y medidas, conductas inmorales, injurias, accesos a huertas o viñas ajenas, etc., tras ser azotados, son expuestos a pública vergüenza en la picota, siendo insultados, humillados e incluso abofeteados y apedreados por la propia vecindad.
En ocasiones el castigo que se aplica en la picota a ladrones y malhechores es el desorejamiento, un acto tan deshonroso que casi prefieren morir que vivir sin orejas, por lo que llamar a alguien "desorejado" es un tremendo insulto. También es el lugar donde se cuelgan los condenados a muerte, o sus cabezas y miembros mutilados, función de la que le viene el nombre a la picota, pues en lo alto de la columna hay diversos cuchillos, picos o pinchos para tal fin. Durante su estancia en la cárcel, el preso sólo recibe agua, debiendo costearse su propia alimentación, salvo que sea verdaderamente pobre, en cuyo caso el pueblo se hace cargo de su sustento. El espacio del que dispone el reo en la celda es mínimo y para que no pueda escapar se le coloca en los pies un cepo de hierro llamado brete, rememorado hoy en día en la expresión metafórica "poner a uno en un brete".
Puede pensarse que todo lo dicho sobre las picotas sólo es posible que ocurra en una sociedad del siglo XVI y anteriores, pero lo cierto es que la costumbre de descuartizar a los reos tras su ahorcamiento y colgar sus miembros en ellas continúa estando vigente en España hasta bien entrado el primer tercio del siglo XIX, quedando como recuerdo de su triste figura la conocida expresión "poner a uno en la picota".
Algunas localidades llegaron a utilizar los rollos y cruceros como instrumentos de ejecución de condenas, supliendo la labor que les correspondía a las picotas, pero rollos y cruceros no siempre significaron un sojuzgamiento del pueblo. En las villas de señorío sí que representaban la tiranía feudal, ya que el poder sancionador pertenecía en exclusiva a sus correspondientes señores. Sin embargo, en los concejos libres el ejercicio de la justicia es asumido directamente por la ciudadanía, por lo que estos monumentos pasan a ser el símbolo de un pueblo libre, que cuenta con el privilegio de castigar por sí mismo los delitos que se cometen en su término, manteniendo además el derecho a permanecer libre de los impuestos y la justicia de aquellos señores que tiempo atrás lo sojuzgaban.
Órdenes de demolición de Rollos y Picotas
Las Cortes de Cádiz, en un decreto del 26 de Mayo de 1813, y en sus ansias por ofrecer libertades al pueblo, mandan derribar todos los signos de vasallaje, entre ellos los rollos y las picotas, puesto que ". . . los pueblos de la nación española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la nación misma, y que su noble orgullo sufriría tener a la vista un recuerdo continuo de humillación . . .". Algunas localidades cumplen la nueva ley y proceden a su demolición, pero las leyes de las Cortes de Cádiz son suprimidas en su mayor parte por el rey Fernando VII de Borbón, dejándose de aplicar este mandato y llegándose incluso a la construcción de nuevos rollos y picotas.
En vista de que no pudo cumplirse en su momento el decreto de las Cortes de Cádiz, la reina Isabel II ordena en Enero de 1837 a través de la reina gobernadora María Cristina, el restablecimiento con toda fuerza y vigor del decreto de 26 de Mayo de 1813, por el que las cortes generales y extraordinarias mandan quemar y demoler todos los signos de vasallaje que hay en los pueblos. Se derriban muchos de los rollos y picotas que aún permanecen en pie, y se destruyen total o parcialmente los escudos y blasones de la nobleza.
Cuando por su singularidad artística el monumento merece ser conservado como recuerdo y símbolo de jurisdicción municipal, la demolición es sustituida en muchas poblaciones por un traslado del monumento a las afueras o a otra ubicación de menor relevancia. Otros se salvan de su desaparición mediante una cristianización, proceso por el que muchos rollos y picotas se convierten en cruceros de término al ser sustituidos los cuchillos, picos y accesorios de su parte superior por una cruz.
El Crucero de Fañanás
A diferencia de otras poblaciones, Fañanás permanece durante mucho tiempo bajo dominio señorial eclesiástico, hasta que en 1834 alcanza su independencia municipal, la cual le permite contar con jurisdicción civil y penal propia e incluso con cárcel, como lo atestigua Pascual Madoz en sus escritos de 1847: ". . . La casa denominada del Lugar, es en la que el ayunt. celebra sus reuniones, sirviendo tambien de cárcel . . .".

Ubicación actual del crucero junto a la Ermita de Bureta

Ubicación inicial del crucero en la Plaza Mayor © Rubén Asín Abió

Recreación virtual aproximada de la segunda ubicación del crucero, antes de su traslado definitivo a la ermita
Grabados de las caras Este y Oeste

Cara Este

Cara Oeste
Grabados de la cara Sur

Cara Sur

Detalles de la cara Sur
Grabados de la cara Norte

Cara Norte

Detalles de la cara Norte
Principales acontecimientos históricos
1834: Fañanás alcanza la categoría de ayuntamiento
A diferencia de otras poblaciones, Fañanás permanece durante mucho tiempo bajo dominio señorial eclesiástico, hasta que en 1834 alcanza su independencia municipal, la cual le permite contar con jurisdicción civil y penal propia e incluso con cárcel.
1847: Pascual Madoz cita la cárcel de Fañanás
En su obra "Diccionario geográfico-estadístico-histórico", en la descripción de Fañanás dice que ". . . La casa denominada del Lugar, es en la que el ayunt. celebra sus reuniones, sirviendo tambien de cárcel . . .".
1881: Construcción del crucero de término
Inicialmente el crucero se construye en la Plaza Mayor, siendo trasladado posteriormente al Camino de Bureta para colocar en su lugar la primera fuente de la plaza, que actualmente ya no existe, pues debido a su grave deterioro es sustituída en 2009 por una nueva y minimalista fuente moderna.
1980: Restos del crucero de término en el Camino de la Ermita
El crucero, que en su segunda ubicación ocupa una pequeña área rocosa que había frente al chopo de Redol, en el lado Este del Camino de Bureta, es rodeado todos los años por la procesión del Jueves Santo, que bajando por la Calle de La Iglesia da la vuelta al crucero para continuar su recorrido por el Camino de Las Eras. En fecha indeterminada se rompe en varios trozos, muy probablemente de modo accidental, lo cual queda reflejado en el trabajo "Inventario artístico de Huesca y su provincia" de los hermanos Naval Mas, quienes comentan la existencia de restos de una cruz de término en el camino de la ermita.
1984: Reparación y traslado del crucero a la ermita
El crucero es finalmente retirado del Camino de Bureta para ser recompuesto y colocado en su ubicación definitiva junto a la ermita, momento en el que lamentablemente se decide grabar en su cara Norte dicho año. Posteriormente y a pocos metros de donde estuvo éste en el Camino de Bureta, se coloca en 1990 un nuevo crucero de factura moderna que cuenta con un pequeño cristo en la intersección de sus brazos.